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INTRO:
MARIA ELENA
Las diminutas luces de tu mirar, para las noches mías luceros son,
que alumbran el camino de mi soñar, candida luz para mi amor.
De tus pequeñas manos quisiera ser, la divina caricia que sabes dar
de tu cara infantil ten er la brisa para mi cant ar.
Las diminutas luces de tu mirar, para las noches mías luceros son,
que alumbran el camino de mi soñar, candida luz para mi amor.
De tus pequeñas manos quisiera ser, la divina caricia que sabes dar
de tu cara infantil ten er la brisa para mi cant ar.
ADIÓS A OCUMARE
El Tuy es muy dichoso en su correr, pues no te abandona aunque se va
cuando felizmente es su vagar cruza de las vegas hacia el mar.
Envidia de su dicha es mi dolor pues no se separa de su albor
y besa tus plantas siempre fiel sin decirte nunca adiós.
El Tuy es muy dichoso en su correr, pues no te abandona aunque se va
cuando felizmente es su vagar cruza de las vegas hacia el mar.
Envidia de su dicha es mi dolor pues no se separa de su albor
y besa tus plantas siempre fiel sin decirte nunca adiós.
MARIA ELENA
De tus pequeñas manos quisiera ser, la divina caricia que sabes dar
de tu cara infantil ten er la brisa para mi c ant ar.
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