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INTRO:
El sábado, si Dios quiere, allá en La Manga voy a disfrutar un rato
y a lo mejor el domingo, según como sea el hachazo,
me voy a ver la final de ese criollo campeonato.
Tengo un especial motivo porque en estos días Cupido
me dio tremendo flechazo, cuando una mujer bonita
me sacudió unos sogazos que me dejaron, familia,
temblando del centellazo.
Como yo sé que le gustan las tardes de coleadera y es descendiente de un hato,
por si acaso, compañero, me voy a llevar mi cuatro,
porque, en cualquier descuidito, de que le canto, le canto.
Y voy a hacer lo que sea con tal de que ella me crea
que estoy sufriendo y no aguanto: si es de colear, se colea;
también soy llanero nato y antes domaba novillos de comején en el cacho.
INTERLUDIO:
Muchacha de fina estampa, mujer bonita, de ojitos color guarapo,
tú sabes que doy la vida por tener contigo tratos.
El otro día quise hablarte, pero no me hiciste caso.
Ya sabrás que soy decente, cariñoso, complaciente, caballero hasta el cansancio.
Tan sólo quiero atenderte, yo no quiero tu rechazo, comprende que tu desprecio
para mí es como un balazo.
No me mates, cariñito, regálame un poquitico del agua de tu remanso.
¿No oyes cómo te suplico vida mía, cariño santo? Cantando este joropito,
ya casi que suelto el llanto.
Deberías de condolerte, comprende que quiero verte vestida de lirio blanco.
Además, vine a ofrecerte campanillas y mastranto con tal de poder tenerte
como reina de mi campo.
INTERLUDIO:
Mañana, cuando La Manga, reina de mi alma, se llene de palco a palco,
te voy a pasear, mi vida, poco a poco en mi potranco.
Ya verás cómo la gente nos recibe con aplausos.
Después voy al fuerte coso sobre mi caballo brioso: busca la cinta y el lazo.
Voy a colear con orgullo suerte en el toro maranto
que, cuando esté al frente tuyo, le meteré un campanazo.
Salud, señores, les digo, todos levanten el vaso.
Quiero que brinden conmigo por el mejor campeonato,
donde ganó el sentimiento y el amor de un hombre macho.
Que no tuvo otra salida que arriesgar su propia vida
por dormir entre los brazos de aquella mujer altiva
que lo aporreó con su encanto, y hoy se escuchan las mecidas del chinchorrito en el rancho.
VIDEO DE LA CANCIÓN
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